Llevábamos muchos años acuñando la frase “no estamos en una época de cambios sino en un cambio de época” pero la inmensa mayoría lo decíamos con la boca pequeña y continuábamos desarrollando nuestra labor presos de las prisas, los objetivos y la inercia, realizando simplemente pequeños ajustes a nuestra tarea. El ámbito educativo no ha sido una excepción y aunque en los últimos años los colegios a través de sus directivos y docentes han generado una gran corriente de cambio, el covid-19 ha pillado a una gran mayoría con “el pie cambiado” y ha vuelto a poner en evidencia la necesidad de adaptación del sector.

Transformar un sector con un modelo de funcionamiento consolidado de cientos de años no es fácil y, desde luego, no es responsabilidad única, como muchas veces se quiere hacer ver, de uno de sus actores principales – los docentes – y que mayores esfuerzos están haciendo en pro de ese demandado cambio.

La educación lleva siglos basándose en el modelo conductista de enseñanza-aprendizaje. Un modelo basado en dictar contenidos por asignaturas, siendo el profesorado la figura activa de la enseñanza, y el alumnado el receptor pasivo que responde a evaluaciones memorísticas. Sin embargo, ahora más que nunca el conocimiento de la humanidad está al alcance de un clic. Entonces, ¿cuánto aprendizaje genera el modelo actual?

Definitivamente, esta situación de excepcionalidad ha dejado en evidencia que no demasiado y que los nuevos objetivos de aprendizaje deben colocar la enseñanza al servicio de ese aprendizaje. Esto nos orienta hacia un modelo constructivista, un modelo que desplaza la memorización y utiliza términos como aprender a aprender o enseñar a pensar. Un modelo en el que la autonomía para el aprendizaje, la personalización y la tecnología se antojan imprescindibles.

Este modelo busca estudiantes que pasen del saber al saber hacer y cambia el rol del profesorado al de un “sherpa” enfocado en acompañar el desarrollo competencial del alumnado. Ahora bien, para definir estos nuevos objetivos de aprendizaje es necesario contextualizarlos en las cuatro eras, a nuestro entender, que están definiendo el siglo XXI:

La era de la información o de las TIC: se caracteriza por el incremento desmedido de la información y la rapidez con la que podemos acceder a ella. Paradójicamente, el ser humano carece de destrezas de comprensión y habilidades de pensamiento adecuadas para aprovechar toda esta información.

La era del aprendizaje informal o del aprendizaje espontáneo: es la era en la que cada quién decide qué, cómo y cuándo aprender. Paradójicamente, las personas carecemos del nivel de destrezas digitales necesarias, cómo se está demostrando en esta época de “fakes”, para encontrar información verídica y espontánea.

La era de la multitarea: las personas contamos con dispositivos que nos permiten realizar varias tareas a la vez. Paradójicamente, esto repercute en pérdida de tiempo y errores causados por la falta de destrezas atencionales.

La era del pensamiento creativo o pensamiento lateral: esta era nos exige pensar “fuera de la caja” para proponer ideas inusuales que generen valor. Nuevamente la situación que estamos viviendo hace más imprescindible este pensamiento para reinventarnos personal y profesionalmente y dar respuesta a los nuevos desafíos de la sociedad. Paradójicamente, los modelos centrados en el proceso de enseñanza que todos aprendamos de la misma forma, ignorando la diversidad. En otras palabras carecemos de metodología para un aprendizaje personalizado.

Tomando como base esta reflexión, es cómo se ha diseñado la propuesta pedagógica de PROGRENTIS. Una solución digital para el desarrollo de destrezas para Aprender a Aprender centrada en desarrollar habilidades de:

– Comprensión lectora

– Habilidades de pensamiento

– Competencia digital

– Capacidad atencional

Con el objetivo de dotar a los y las estudiantes de las herramientas y recursos necesarios para un aprendizaje autónomo y continuo durante toda su vida.

Equipo Pedagógico

EIM Learning – PROGRENTIS

Categorías: Aprendizaje

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